BIENVENIDOS

Bienvenidos a este rincón literario, en el que la obra que nos ocupa es
una creación aún en desarrollo a modo de blog novela, donde volando décadas
hacia un futuro que un día llegará, descubrimos una sociedad altamente
tecnificada, pero en la que aún sigue existiendo un gran abismo social entre
unos y otros...más aún si desarrollan una mutación de un gen que les permite
hacer cosas excepcionales -Los avariciosos no lo podrían dejar
pasar...


Poneos cómodos...y cuidado con quién descubre qué secretos duermen en vuestro código genético.

Lucy F - Rosy Martínez Tello

domingo, 18 de noviembre de 2012

IV - LA HUIDA.

IV LA HUIDA


Jake estaba terminando de ajustar una de las llaves del freno derecho cuando sintió que tiraban de él con fuerza, se encontró ante él con el rostro terriblemente asustado de Mar, esta parecía sumamente agitada y respiraba con pesadez:

--¿Qué se supone que haces?, ¿no ves que estoy trabajando?

Por eso no le gustaba darle margen, parecía que por darle un simple gracias la chica ahora se creía que podía molestarlo cuando quisiera, y ella no era ni de lejos el abuelo, por lo que no se lo iba a consentir.

--No es posible, dime que no eres tú.

Sin comprender la miró desconcertado, escuchó los pasos del abuelo acercarse:

--¿Qué te pasa pequeña?, ¿por qué tardaste tanto?, creí que te había pasado algo, ya iba a mandar a uno de estos vagos a buscarte.

Jake miró de reojo a su alrededor y se desconcertó aún más, ¿qué hacía esa gente ahí?, parecían estar viendo como trabajaban él y el abuelo, pero era extraño, nunca antes habían tenido tanto público.


--No me dejaban regresar, están por todas partes.

--¿Están?, ¿de qué hablas pequeña?

Mar extendió su mano al abuelo y este recogió la tableta digital que le entregaba, en ella estaba el matinal como primera plana, en cuanto Jake vio que el abuelo palidecía, entendió que algo sucedía, se levantó del suelo, y se colocó ante él:

--¿Todo bien?

Al escuchar su voz el abuelo pegó un pequeño bote, levantó su vista de la tableta que sostenía y lo miró fijamente:

--Ay chico, ¿cómo es posible?

--¿El qué?, ¿Qué dice?, ¿acaso se han terminado los suministros de agua?, eso no es posible, decían que…

--Calla Jake, no va por ahí el tema.

Miró a Mar unos instantes y dijo exasperado:

--¿Entonces qué pasa?, maldita sea, no aguanto esta idiotez, cuando queráis hablarme claro me avisáis.

--Lobo gris.

El miedo en la voz del abuelo le hizo sentir un mal presentimiento, de repente se paró en seco, ¿cómo acababa de llamarlo Mar hacía unos instantes?, iba a preguntar eso mismo, cuando el abuelo le mostró lo que había estado leyendo, la respiración se le cortó, la vista se le nubló y solo un sentimiento prevaleció: el miedo en su más pura esencia.

--No… ¿¡Miranda!?

No había terminado de susurrar ese nombre cuando el abuelo lo cogió del brazo y tirando de él con fuerza declaró:

--Venga, tenemos que ocultarte.

--¿Ocultarme? –Jake soltó una carcajada cargada de locura, eso era imposible, casi tres años sin saber nada de ella excepto que prosperaba junto con el malnacido de Jhos y sus indeseables propuestas y ahora ahí estaba, lo había encontrado, se soltó del abuelo: --Ocultarme, ¿de quién?, ¿de ellos que llevan toda la mañana ahí viéndome?, ¿de quién quieres ocultarme viejo?, no será de ella, puedes creerme, Miranda me encontrará.

Antes de poder seguir desvariando el abuelo lo abofeteó, sorprendido por ese arranque, Jake se calló en el acto y lo miró como idiota con la boca abierta:

--¿Y crees que eso es lo adecuado?, ¿dejar que te encuentre?, pues bien, esa no es mi intención, deja de desvariar y andando, hay demasiado en juego, Mar y tú os largáis de aquí ya.

No pudo articular palabra alguna, el abuelo reviso algo en la tableta digital y declaró:

--En ella están todos los fondos de los que dispongo en este momento.

Jake controló el proceso de entrega de tableta a Mar, la despedida cargada de lágrimas de ella y sintió como esta tiraba de su mano con fuerza obligándolo a salir del taller con ella. Cuando estaban a mitad de la bocacalle tiró con fuerza para soltarse, consiguiendo que Mar cayera al suelo, pero no le importó:

--¿Qué haces?, ¿A dónde se supone que me llevas?

--A un lugar seguro. Tenemos que correr, alguno de esos puede haber leído sobre la recompensa que están ofreciendo por ti.

--¿Y eso qué? ¿Y el abuelo?

Mar lo miró incrédula:

--En el taller, ¿dónde más?; --y reiteró - tenemos que correr, si llegan aquí ya no podremos escapar.

--¿Y dejar al abuelo?

No concebía una huida de Miranda dejando al abuelo a merced de ésta, ni mucho menos.
 Sin esperar una respuesta por parte de Mar, corrió la poca distancia que los separaban del taller e ingresó en el mismo, descubrió al abuelo hablando con varios sujetos:

--Abuelo.

Al escucharlo hablar, éste se giró a mirarlo alarmado:

--¿Qué haces Lobo gris?, te dije que te…

--No me iré a ningún lado sin usted.

Su voz sonó rotunda y los tipos sonrieron:

--Perfecto, nos has ahorrado el tener que buscarte, ¿verdad que vendrás con nosotros sin dar problemas?

--Recuerda que han dejado en claro que es peligroso.

¿Peligroso?, esos ineptos no sabían lo peligroso que podía ser, y más si tenían la osadía de ponerle un dedo encima al abuelo.

--Vete de aquí, tienes que cuidar de Mar. --sonó la voz casi suplicante del abuelo.

¿De Mar?, ¡al diablo con Mar!, podía ser la nieta del abuelo, pero para Jake él era más importante que ella…pese a que sabía que si Miranda atrapaba a Mar la heriría sin dudarlo.

--No me iré sin usted.

Uno de los tipos se lanzó contra él, pero no calculó el espacio que había entre ambos y, al apartarse, el idiota se golpeó de cabeza contra uno de los muestrarios. Otros dos se tiraron contra él, el abuelo alcanzó una barra de metal que reconoció como uno de los tubos de escape que él mismo le había llevado el día anterior y se dispuso a golpear a uno de ellos.

 Jake se alarmó, porque el otro individuo se lanzó hacia él, forcejeó y recibió un buen puñetazo en el estómago. Lo dejó doblado por la mitad y esperando un segundo que seguro recibiría, pero este nunca llegó, al levantar la vista descubrió que los dos tipos ya estaban en el suelo, miro hacia atrás y se encontró con alguien que, ciertamente, no esperaba.

Miró al abuelo para comprobar que estaba bien, y vio que Mar le estaba ayudando a levantarse.

--Andando chico, es evidente que hice bien al venir directamente hacia aquí -afirmó Juan, que había aparecido en buen momento. Tendió su fuerte mano a Jake, que lo miró directamente a los ojos, encontrándose con los negros de Juan, que le devolvían una mirada cargada de seriedad:

 --¿Crees que tienes tiempo para dudar?, esa amiga tuya no parece ser de las de dudar mucho.

--Maldita sea Lobo Gris, levanta de ahí, márchate. --se oyó al abuelo.

Jake se puso en pie sin aceptar la ayuda de Juan, quien apartó la mano al ver que se levantaba solo:

--No puedo dejarlo aquí, le dirán que me ayudó abuelo, Miranda…ella no es de vacilar, si sabe que me cuidó durante estos tres años ella…

--Lo matará por querer quedarse algo que le pertenece –completó una voz femenina.

Todos a una miraron al lugar de donde provenía esa voz, Jake se sorprendió al ver a Juan colocarse delante de él con una barra de acero más grande que la que sostenía el abuelo antes:

--Vaya, vaya, pero si es el mirón de la calle, ¿ya te has recuperado? –se burló Miranda, que había, quién sabe como, llegado hasta allá en menos tiempo del que se hubieran atrevido a imaginar.

Juan gruñó por lo bajo:

--Me sorprendió, sabía que había visto esa cara antes, ese cabello, pero no conseguía averiguar de qué me sonaba, hasta que recordé que hoy tendría de regreso mi auto, ahí recordé al muchachito serio y distante del taller de Hand.

Por un momento Jake se sintió perdido, ¿Hand?, ¿Quién demonios era Hand?

--Y viniste corriendo, ¿para conseguir la recompensa espero?

La voz de Miranda era la de siempre, y con cierto miedo a que eso fuera cierto, Jake dio unos pasos alejándose de Juan y acercándose al abuelo y Mar, tenían que salir de ahí, no deseaba por nada del mundo acabar en sus manos.

--Puedes apostar a que no es el caso, para llevarte al chico tendrás que pasar por encima de mi cadáver.

Jake se detuvo en seco y miró sorprendido a Juan, ¿por qué?, ¿por qué personas que no lo conocían de nada estaban dispuestos a esas cosas por él?, miró al abuelo, a Mar y de nuevo a Juan, ¿por qué ellos sí y su propia hermana no?

Sus ojos se concentraron ahora en Miranda y ella pareció sentirlo, pues rápidamente respondió a su mirada, vio que formaba una sonrisa en sus finos labios y declaró:

--Eso es Jake, hazlo, que todos vean de lo que eres capaz, demuestra a esta gente que no es buena idea estar junto a ti, haz con ellos lo que hiciste con nuestros padres.

Y el fuego estalló en él, Juan se apartó rápidamente y él gritó enfadado:

--YO NO HICE NADA DE ESO. NO FUE MI CULPA.

Miranda rompió a reír mientras Jake se sentía cada vez más furioso y, sabiendo que sus explosiones de furia podían terminar mal, no dudó en correr hacía ella cegado por el enfado.

 Juan, Mar y el abuelo desaparecieron de su mente, ahora sólo deseaba herir a Miranda, que lo dejara libre de una vez. Pudo ver un brillo de infinito deleite en los ojos marrones de su hermana y supo que estaba haciendo lo que ella deseaba que hiciera, pero ¿qué más podía hacer?

--No me tendrás, ni a ninguno de ellos.

Solo tenía que estirar la mano y abrir su puño, en ese momento Miranda recibiría en carne propia lo que tanto deseaba obtener, estaba por terminar el proceso cuando el auto blanco de Juan se interpuso, el abuelo abrió una de las puertas y declaró:

--Sube Lobo Gris, nos largamos. Corre; --lo apremió: --antes de que el agua de la manguera se gaste.

Estaba tan sorprendido por lo que acababa de pasar que no podía moverse, por lo que Juan tiró de él con una fuerza increíble y cayó de cabeza en el asiento de atrás del auto, Juan no esperó ni a que el abuelo o Mar cerraran la puerta, aceleró todo lo que pudo y más, cuando Jake consiguió estabilizarse, se encontró con una curiosa escena, Miranda tirada en el suelo, y los tres idiotas que la seguían igual que ella, todos empapados y ahora manchados de barro mientras se elevaban alejándose del taller.

Rió. Pese a la furia que le invadía sólo unos instantes antes, la imagen era divertida, ¡seguro de que nunca olvidaría esa escena!

--No cantes victoria chico, tenemos muchos que esquivar;--escuchó que le decía Juan, que cada vez iba a mayor velocidad.--Espero que arreglaras bien los frenos Hand, porque seguramente los vamos a necesitar.

Jake observó como el abuelo lo miraba a él con los ojos muy abiertos, sin duda preguntándose si habría hecho bien el trabajo, Jake esbozó una sonrisa torcida, en cualquier caso, lo averiguarían rápido.

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